En Tucumán, la relativa calma en cuanto a la incidencia del dengue podría generar una peligrosa sensación de falsa seguridad. Por eso hay que estar atentos. Si bien las cifras oficiales reflejan una ausencia de nuevos casos entre la población local y se avanza con la vacunación de la franja etaria de entre 15 y 39 años, es crucial recordar que la lucha contra esta enfermedad no se gana con un respiro momentáneo, sino con la constancia y la prevención incesante.

La campaña de vacunación es una herramienta fundamental, un paso adelante significativo en nuestra estrategia contra el dengue. La inmunización de un sector considerable de la población ayudará a reducir la propagación del virus, pero no lo eliminará por completo. El mosquito Aedes aegypti, vector del dengue, chikunguña y zika, sigue presente en nuestro territorio, acechando en los criaderos que proliferan con la llegada del calor y las lluvias. No podemos olvidar que la efectividad de la vacuna se ve potenciada por medidas preventivas que limiten la posibilidad de picaduras.

Mientras el sector público avanza con la campaña vacunatoria para la franja etaria mencionada, preocupa la falta de dosis en las farmacias. Días atrás, Verónica Pastoriza, del Colegio de Farmacéuticos de Tucumán, dijo a este diario que las vacunas Qdenga, del laboratorio Takeda, están en falta en casi todos los locales. Es un problema a nivel nacional, aclaró. En la actualidad existe un solo laboratorio productor de la vacuna y la realidad es que la demanda supera la producción.

Desde el Centro de Investigación y Vacunas (Ceivac), uno de los vacunatorios privados más importantes de la provincia, la infectóloga Aída Torres señaló que en estos días aumentó mucho la demanda, especialmente entre los niños y los mayores de 50 años, ambos grupos que quedaron afuera del plan de vacunación gratuita que lleva adelante la provincia. No obstante, aclaró que cuentan con dosis. Y la situación sigue estando controlada.

Pero la ausencia de nuevos casos locales, por el momento, no debe interpretarse como una victoria definitiva. Es probable que las medidas adoptadas hasta ahora hayan sido efectivas, pero el mosquito es un oponente adaptable y persistente. Un solo caso importado, que pase desapercibido, podría desencadenar un nuevo brote con consecuencias impredecibles, como las ya vistas el año pasado. Entre diciembre del año pasado y julio de 2024, el dengue produjo la peor epidemia de la que se tiene registro en Tucumán: hubo 84.123 casos y 44 muertes.

Por ello, las autoridades instan permanentemente a la población a no relajar las medidas de prevención. La eliminación de criaderos debe seguir siendo una prioridad en cada hogar y espacio público. Se necesita la colaboración activa de todos: revisar patios y jardines, eliminar recipientes con agua estancada, tapar tanques y mantener limpios los canales de drenaje. La responsabilidad individual es tan crucial como la acción del Estado en la fumigación y el control de vectores.

No permitamos que la tranquilidad actual nos ciegue ante la amenaza latente. El dengue no fue erradicado. Mantengamos la vigilancia, redoblemos los esfuerzos en la prevención y recordemos que la mejor vacuna contra el dengue sigue siendo un ambiente limpio y libre de criaderos. La salud de Tucumán depende de nuestra responsabilidad colectiva.